EDITORIAL

Las políticas sobre cannabis se están moviendo en el hemisferio.

En Estados Unidos, el 8 de noviembre, hubo 8 estados que se sumaron a la política del cannabis medicinal o cambiaron a la política del cannabis de uso personal, o “recreativo” como lo encasillan políticos y medios.

Que los ciudadanos de 8 de 9 estados en disputa hayan votado a favor de una regulación del cannabis, sea para uso personal o medicinal, es una muestra de que el país del norte avanza vigorosamente en la construcción de leyes que aprovechan los beneficios médicos de la planta, a la vez que combaten mejor a la delincuencia; por un lado, al cortar parte del flujo de sus ganancias económicas y, por el otro, al redirigir las fuerzas de seguridad contra delincuentes, y ya no desperdiciarlas en la persecución de usuarios en posesión de droga en cantidades bajas.

Al sur del continente, en Colombia, se observa un boom del cultivo para consumo personal y la aparición de una decena de nuevas empresas a menos de un año del decreto que permite el establecimiento de industrias de cannabis medicinal en aquel país. Y si bien no sabemos cuáles serán los alcances de esta política, se observa que el cultivo para uso personal y que el consumo regulado, aún en vía pública, es mucho mejor para usuarios y policías. Por otra parte, la posibilidad de producir medicamentos pondría a Colombia en la vanguardia del mercado dado los menores costos de cultivar en exterior y con una variedad de climas ideal para su desarrollo como industria.

Mientras tanto en México, la política se mueve en dos pistas. La primera en el Senado, donde la fuerzas conservadores desvalijaron la iniciativa presidencial del 21 de abril, al grado de solo llevar al pleno del senado el permiso de uso medicinal, basado en medicamentos con base en cannabis pero sin THC; y las cuales tienen que ser importadas y tienen costos que están lejos del alcance de la mayoría de la población que la requiere. Como nunca el presidente ha sido ignorado por su propio partido, o, como quien dice, ya ni lo fuman.

Este beneficio del cannabi medicinal, al igual que el fallo de la Suprema Corte, presentan una cierta carga de clase social, pues lo que han hecho ambos poderes de la unión -legislativo y judicial- ha sido proteger los derechos de algunos, no de todos.

Por su parte, en la Ciudad de México, las propuestas de incluir el cannabis sea para uso personal, medicinal o recreativo, fueron desechadas por la comisión correspondiente. Pese a todo la votación sobre el cannabis medicinal fue cerrada (10-8), e incluso tuvo que haber un recuento voto por voto, dado que el presidente de la mesa primero contó un 8-8, pero reculó ante las quejas de lo asambleístas en contra. Además, se eliminó del proyecto de Constitución CDMX la propuesta de que no se sancione de forma alguna el consumo de cannabis, aunque se espera que esta pueda ser reinstalada cuando se reúna el pleno de la asamblea constituyente en próxima semanas.

Independientemente de la derrota para incluir el cannabis medicinal en la leyes de la ciudad, y de que las propuestas ciudadanas para regular cannabis no fueron incluidas por la comisión a la que le correspondía dictaminar, es importante señalar que son cada vez más los políticos que proponen iniciativas de una regulación que vaya más allá de la violencia y muertes generadas por las políticas convencionales de drogas. Lo que representa un incentivo para creer que pronto tomarán la decisión correcto, una decisión en dirección a la paz.